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La imprenta es un método industrial de reproducción de textos e imágenes sobre papel, que consiste en aplicar una tinta, sobre unas piezas metálicas, llamadas tipos, para transferirla al papel por presión.
A comienzos del siglo XV ya se imprimían naipes y estampas con motivos religiosos mediante la aplicación de una plancha de madera grabada con tinta grasa, sobre el papel o pergamino.
Antes de que los libros se imprimieran con letras móviles (letras sueltas), se realizaron libros impresos con otra técnica, la xilografía. Inventada en China, consiste en rebajar en una plancha de madera las partes que van a quedar en blanco. Una vez grabada la madera, se entinta y se aplica directamente sobre el papel de arroz, utilizando una prensa plana.
En Europa, el alemán Johannes Gutenberg, perfeccionó estas técnicas hasta conseguir un procedimiento tipográfico que ha permanecido sin apenas cambios hasta principios del siglo XX.
Historia de la Imprenta
Hasta 1449 y años posteriores, los libros eran difundidos a través de las copias manuscritas de monjes y frailes dedicados exclusivamente al rezo y a la réplica de ejemplares por encargo del propio clero o de reyes y nobles. Las ilustraciones y las mayúsculas eran producto decorativo y artístico del propio copista, que decoraba cada ejemplar que realizaba según su gusto o visión. Cada uno de sus trabajos podía requerir hasta diez años.La imprenta fue inventada por los chinos siglos antes, pero en la Alta Edad Media se utilizaba en Europa para publicar panfletos publicitarios o políticos, etiquetas, y trabajos de pocas hojas; para ello se trabajaba el texto en hueco sobre una tablilla de madera, incluyendo los dibujos. Una vez confeccionada, se acoplaba a una mesa de trabajo, también de madera, y se impregnaban de tinta negra, roja, o azul (solo existían esos colores), después se aplicaba el papel y con rodillo se fijaba la tinta. El desgaste de la madera era considerable por lo que no se podían hacer muchas copias con el mismo molde. A este tipo de impresión, se le llama xilografía.En este entorno, Gutenberg apostó a ser capaz de hacer a la vez varias copias de la Biblia en menos de la mitad del tiempo de lo que tardaba en copiar una el más rápido de todos los monjes copistas del mundo cristiano y que éstas no se diferenciarían en absoluto las manuscritas por ellos. En vez de usar las habituales tablillas de madera, que se desgastaban con el poco uso, confeccionó moldes en madera de cada una de las letras del alfabeto y posteriormente rellenó los moldes con hierro, creando los primeros “tipos o letras móviles”. Tuvo que hacer varios modelos de las mismas letras para que coincidiesen todas con todas, en total más de 150, imitando perfectamente la escritura de un manuscrito. Tenía que unir una a una las letras que sujetaba en un ingenioso soporte, mucho más rápido que el grabado en madera e infinitamente más resistente al uso.Como plancha de impresión, amoldó una vieja prensa de vino a la que sujetaba el soporte con los “tipos móviles” dejando el hueco para letras capitales y dibujos. Estos posteriormente serían añadidos mediante el viejo sistema xilográfico y terminados de decorar manualmente.Lo que Gutenberg no calculó bien fue el tiempo que le llevaría poner en marcha su nuevo invento, por lo que antes de finalizar el trabajo se quedó sin dinero. Volvió a solicitar un nuevo crédito a Juan Fust, y ante las desconfianzas del prestamista, le ofreció entrar en sociedad. Juan Fust aceptó la propuesta y delegó la vigilancia de los trabajos de Guteberg a su sobrino, Peter Schöffer, quien se puso a trabajar codo a codo con él a la vez que vigilaba la inversión de su tío; tras dos años de trabajo, Gutenberg volvió a quedarse sin dinero. Estaba cerca de acabar las 150 Biblias que se había propuesto, pero Juan Fust no quiso ampliarle el crédito y dio por vencidos los anteriores, quedándose con el negocio y poniendo al frente a su sobrino, ducho ya en las artes de la nueva impresión como socio-aprendiz de Gutenberg.Gutenberg salió de su imprenta arruinado y se cuenta que fue acogido por el obispo de la ciudad, el único que reconoció su trabajo, hasta su muerte pocos años después de reconocerse el trabajo. Peter Schöffer terminó el trabajo que inició su maestro en su ciudad y las Biblias fueron vendidas rápidamente a altos cargos del clero, incluido el Vaticano, a muy buen precio. Pronto empezaron a llover encargos de nuevos trabajos. La rapidez de la ejecución fue sin duda el detonante de su expansión, puesto que antes la entrega de un solo libro podía posponerse durante años.